miércoles, 31 de julio de 2013
OMAR FIGUEROA VS. NIHITO ARAKAWA CANDIDATA A PELEA DEL AÑO 2013
Por Jay Caspian Kang
Grantland ESPN
La mejor escena recurrente del boxeo va algo así: dos boxeadores que se han estado matando a puños el uno al otro por 12 rounds se posicionan en el centro del ring tras la campana final y se abrazan en señal de respeto mutuo y espíritu deportivo. Entre más salvaje la paliza, entre más cerca un boxeador está de matar al otro, y entre más obstinadamente el golpeado peleador se aferra a su loca esperanza de que puede cambiar la dirección del combate, mejor. Es otro ejemplo de los rituales barbáricos, contradictorios y a la vez elegantes que se encuentran en el deporte.
Después de que la última campana de su pelea de 12 asaltos en la noche del sábado en San Antonio, Nihito Arakawa, con sus ojos hinchados a dos pulgadas fuera de la cavidad orbitaria, estiró los guantes y abrazó al hombre que le había estado pegando en la cabeza durante 36 minutos. Por su parte, Omar Figueroa dijo, "Gran pelea, hombre. Todo respeto por ti".
Como destacó Scott Christ en Bad Left Hook, Figueroa-Arakawa era un combate muy difícil de describir, especialmente en lo que se refiera al estilo del boxeador y los puños que lanzó para ganar la pelea. Había mucho a la vez -- demasiada sangre, muchos golpes a la cabeza, demasiadas veces en donde Arakawa, quien parecía estar cercano a la muerte al final de los rounds del medio, se sacudió de un golpe contundente y regresó para ahogar a Figueroa bajo cientos de puños.
Hasta el undécimo asalto, nadie parecía tener duda respecto al resultado. Figueroa derribó a Arakawa en dos ocasiones y había ganado la mayoría de los rounds. Pero la nariz de Figueroa estaba lastimada por un cabezazo y tenía mala la mano y, aunque se había mantenido admirablemente sólido frente a un esfuerzo inhumano por parte de Arakawa, se desvaneció en el undécimo asalto y nuevamente en el duodécimo. Si la pelea hubiese llegado a los 15 rounds, Arakawa hubiese simplemente cansado a Figueroa hasta el punto de agotamiento total, o él pudo haber muerto en el cuadrilátero.
Es un cliché terrible y uno ilógico, pero ambos boxeadores ganaron en la noche del sábado. Figueroa, un muchacho guapo y articulado con fuerza y corazón, está en buen camino de convertirse en una de las próximas estrellas del boxeo. Y Arakawa, quien era básicamente desconocido en los Estados Unidos hasta la noche del sábado, se ganó a miles de fanáticos nuevos que seguramente lo querrán ver pelear nuevamente por Showtime. Tras el combate, Arakawa, todo golpeado y sangrando, se paró en el mismo medio del ring y absorbió el apoyo y los aplausos del público. Era uno de esos raros momentos privados en los deportes donde uno puede ver a un atleta dándose cuenta de que ha logrado algo grandioso.
Nunca pude entender del todo por qué termino emocionado en estas situaciones -- si el boxeo es solamente una exhibición para los sedientos de sangre, ¿no deberíamos querer que los boxeadores realmente se odien el uno al otro? ¿Y si el boxeo es un deporte de caballeros, seguramente habría una manera de destacar el nivel de competitividad que vemos en grandes peleas sin poner el peligro sus vidas? Supongo que simplemente queremos que los boxeadores nos digan que está bien el disfrutar mirarlos golpearse hasta la muerte.
Pero también, quizás (perdónenme por favor si me pongo tonto) simplemente queremos esa misma catarsis para nosotros mismos en nuestras vidas. Cuando un día de trabajo finalice y la luche termine, queremos ser capaces de abrazar a las personas en nuestras vidas sin ningún rastro de resentimiento. Todas las metáforas del boxeo son realmente metáforas acerca de la muerte y no veo porqué esta, por más tonta y equivocada, tiene que ser diferente.
Pulsa sobre el enlace para descargar la pelea del año
http://uploadhero.co/dl/HM9Ti09c
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